🌳 Islas de árboles, primer medicamento contra el Alzheimer y más
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Por Arce Domingo e Irene Martínez-Morata
💊 Luz verde al primer medicamento contra el Alzheimer
Las claves
El comité de expertos de la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) ha recomendado la aprobación de Leqembi, el primer fármaco que ha demostrado tener efectos contra el Alzheimer en décadas.
Es un paso esperanzador hacia la lucha contra esta enfermedad que afecta a unas 800.000 personas en España y que, por el momento, no tiene cura.
La EMA ha aprobado el medicamento con restricciones, limitándolo a aquellos pacientes que no sean portadores de dos copias del gen APOE4, ya que portar dos copias de este gen se asocia con inflamación y hemorragias cerebrales que podría causar el fármaco.
Desgraciadamente, este grupo de la población es el que más se podía haber beneficiado del fármaco, ya que los portadores de dos copias del APOE4 presentan un riesgo entre 8 y 25 veces mayor de sufrir Alzheimer que la población general.
La EMA rechazó inicialmente la aprobación de Leqembi debido a potenciales efectos adversos y escasa evidencia clínica, pero los fabricantes del fármaco (la farmacéutica japonesa Eisai y la americana Biogen) recurrieron su decisión y aportaron datos adicionales para respaldar su aprobación.
¿Cómo funciona el fármaco?
Es un anticuerpo que elimina del cerebro las placas de proteína beta amiloide. La acumulación de estas placas es una de las causas de la enfermedad de Alzheimer.
Para que sea efectivo, se ha de administrar en fases muy tempranas, cuando empiezan los primeros síntomas clínicos como pérdidas de memoria leves.
Un ensayo clínico con 1.700 pacientes en varios países (incluyendo España) mostró que el fármaco retrasa el avance de la enfermedad un 27%, sin embargo, no es fácil cuantificar el beneficio que este modesto efecto retardante supondría para los pacientes en la práctica.
Durante el ensayo, el fármaco causó inflamación cerebral en el 12% de los pacientes, por ello, la EMA exigirá precauciones para su administración, incluyendo la realización de resonancias magnéticas para verificar si existe inflamación antes y durante el tratamiento.
💡¿Sabías qué?
Con esta decisión, Europa se suma al resto de países que han decidido aprobar el fármaco, incluyendo Estados Unidos, China, Japón, Israel, Corea del Sur o Emiratos Árabes. Reino Unido también ha aprobado su uso, aunque no será financiado por el sistema público de salud, ya que considera que posee beneficios modestos para su coste (unos 24.000 euros al año por paciente). Además de su elevado coste, el fármaco presenta enormes retos para los sistemas de salud, pues requiere pruebas diagnósticas hospitalarias para medir la cantidad de proteína beta amiloide en el cerebro, escáneres cerebrales para descartar inflamación cerebral, así como inyecciones intravenosas cada 15 días para su administración.
🌱 Islas de árboles para proteger la biodiversidad tropical
Fuente: National University of Singapore
Las claves
Los bosques tropicales albergan más del 50% de todas las especies conocidas del planeta, a pesar de ocupar solo el 7% de la superficie terrestre.
Esta biodiversidad está en peligro. Por ejemplo, se estima que el sudeste asiático ha perdido más del 80% de sus bosques tropicales originales debido al reemplazo de la selva natural por plantaciones de palma aceitera (Elaeis guineensis), cultivada para la extracción del aceite de palma.
Las plantaciones de palma aceitera tienen una vida productiva que generalmente oscila entre 25 y 30 años. Tras este período, muchas quedan abandonadas, dejando tras de sí una destrucción permanente de la selva tropical.
Ahora, un estudio ha demostrado que la plantación de “islas de árboles” en estas zonas puede ser una solución para maximizar la recuperación de especies nativas, restaurar funciones del ecosistema y aumentar la resiliencia frente al cambio climático.
El equipo de investigación llevó a cabo un experimento en el que plantaron 52 islas de árboles como parte de un proyecto de restauración en Sumatra (Indonesia) conocido como EFForTS-BEE (Ecological and Socioeconomic Functions of Tropical Lowland Rainforest Transformation Systems).
Concluyeron que la plantación de islas de árboles podría ser una solución relativamente sencilla y accesible para restaurar los ecosistemas tropicales en todo el mundo.
¿Qué son las islas de árboles?
Las islas de árboles son plantaciones concentradas de vegetación nativa en paisajes agrícolas que han quedado degradados. Pueden tener una dimensión variable, desde 25 hasta 1600 m².
En el estudio, se identificó que casi 2.800 plantas leñosas pertenecientes a 58 especies diferentes proliferaron en las islas plantadas por los investigadores del experimento.
Los investigadores observaron que las islas más grandes (≥400 m²) fueron capaces de recuperar de forma sostenida en el tiempo la mayoría de las especies nativas. El tamaño de las islas, junto con las condiciones del suelo, fueron los principales impulsores de la recuperación de la biodiversidad.
Además, más del 80% de las especies recuperadas en las islas utilizaban zoocoría, es decir, su dispersión dependía de animales como aves, murciélagos y mamíferos. Este hallazgo destaca la necesidad de proteger también las comunidades de animales dispersores para garantizar una restauración exitosa del ecosistema.
💡¿Sabías qué?
Europa, junto con China e India, es uno de los mayores consumidores de aceite de palma del mundo. Los principales países productores son Indonesia y Malasia, entre ambos generan casi el 80% del aceite de palma a nivel mundial. En España, el consumo per cápita de aceite de palma se estima en 3,32 kg al año, lo que equivale a aproximadamente 9,09 gramos diarios por persona. Este aceite se encuentra en productos como bollería (galletas, pasteles), comida precocinada, así como otros alimentos procesados. El aceite de palma es rico en grasas saturadas, por lo que su consumo excesivo aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, incluyendo el aumento del colesterol.
📡 Un chip para la detección simultánea de enfermedades víricas
Fuente: Hospital la Paloma
Las claves
Investigadores del Instituto Tecnológico de Harbin (China) han creado un chip capaz de detectar múltiples enfermedades víricas con gran precisión de forma rápida y poco costosa.
Hasta ahora, la prueba por excelencia para la detección de virus era la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), pero la pandemia de COVID-19 puso de manifiesto las limitaciones de este sistema de diagnóstico que requiere tiempos y costes elevados, así como instalaciones y personal especializados.
El chip, que se basa en una tecnología llamada amplificación isotérmica mediada por bucle de transcripción inversa (RT-LAMP), es de especial utilidad en entornos remotos o con recursos limitados, ya que no requiere maquinaria tan específica como la PCR.
Esta tecnología es capaz de detectar cuatro enfermedades en 30 minutos, mientras que la PCR tarda al menos 2 horas y requiere preparación previa de la muestra. Esto implica que el chip puede usarse para detección de enfermedades infecciosas antes de una cirugía de emergencia o una transfusión de sangre rápida. El coste por reacción se sitúa en 1.62$, mucho más barato que la PCR.
Los investigadores lograron detectar los virus de la hepatitis B, la hepatitis C, la gripe A y el VIH simultáneamente en un único chip, en 80 muestras clínicas de suero, con una sensibilidad (probabilidad de resultado positivo en presencia de la enfermedad) del 95 % y una especificidad (probabilidad de resultado negativo en ausencia de la enfermedad) del 98.75 % .
¿Cómo detectan enfermedades estas pruebas?
Tanto la PCR como la RT-LAMP utilizan técnicas de amplificación de ácidos nucleicos, en las que se amplifica un fragmento de ácidos nucleicos (es decir, material genético) del paciente para observar si contiene material genético del virus.
Estas técnicas emplean cantidades muy pequeñas de DNA o RNA y las replican muchas veces, lo que permite detectar incluso microorganismos que están presentes en pequeñas cantidades.
Se ha de conocer la secuencia genética del virus para comprobar si se encuentra en el material genético del paciente.
Para amplificar este material genético, la PCR requiere de ciclos con cambios periódicos de temperatura, sin embargo, la RT-LAMP puede ser impulsada directamente por la exposición a luz solar, lo que permite utilizarla en equipos simples y portátiles.
💡¿Sabías qué?
El cuello de botella generado por las dificultades logísticas de las pruebas PCR fomentó un uso generalizado de las pruebas rápidas de antígenos durante la pandemia de COVID-19. Estas pruebas, a diferencia de la PCR o la RT-LAMP, no detectan el material genético del virus, sino las proteínas específicas del virus. La tira reactiva del test contiene una línea de anticuerpos que se adhieren al virus. Si el resultado es positivo, se observa una banda de color, lo que significa que los anticuerpos se han unido a las proteínas del virus presentes en la muestra. Esta prueba requiere una infección activa y una carga viral más alta para detectar el virus, lo que la hace menos precisa que la amplificación de ácidos nucleicos. Aún así, los tests de antígenos jugaron un papel importante en el control de la pandemia de COVID-19, y continúan siendo una alternativa coste-efectiva a nivel poblacional para la detección de enfermedades víricas.
👫Abordar los sesgos en ensayos clínicos: un paso crucial para la investigación
Las claves
Los ensayos clínicos constituyen la herramienta más utilizada y valiosa para estudiar la utilidad y seguridad de fármacos y otras intervenciones en humanos.
Sin embargo, cuando los participantes en estos estudios no representan adecuadamente a la población general, los resultados pueden ser incompletos y sesgados.
La falta de diversidad (ya sea por género, raza, etnia u otras características), no solo limita el alcance científico de los hallazgos, sino que perpetúa las desigualdades en el acceso y la eficacia de las terapias.
Por ejemplo, si un medicamento no se prueba en poblaciones diversas, es posible que sus efectos secundarios o beneficios varíen significativamente en función del sexo biológico, el origen étnico o las condiciones socioculturales, con implicaciones graves para la salud pública.
En Estados Unidos, estudios recientes muestran que las personas de raza negra representan solo entre el 5% y el 10% de los participantes en ensayos clínicos, a pesar de que constituyen alrededor del 13% de la población y tienen una incidencia desproporcionadamente alta de ciertas enfermedades, como hipertensión y diabetes.
Ensayos comunitarios, una posible solución
En una reciente entrevista con la revista Nature Communications, los expertos Sabine Oertelt-Prigione y Brandon Turner exploran las complejidades de este problema y presentan los ensayos comunitarios como una posible solución.
Los ensayos clínicos tradicionales, realizados en grandes hospitales o centros de investigación, suelen enfrentarse a barreras que limitan la participación de poblaciones diversas.
El modelo de ensayos comunitarios busca trasladar la participación a espacios comunitarios, como clínicas locales, centros de salud, e incluso lugares cotidianos como farmacias o supermercados.
La idea es aprovechar las relaciones de confianza que ya existen entre los proveedores de atención comunitaria y los posibles participantes, facilitando el acceso y fomentando la participación en estudios que reflejen mejor la composición de la población.
No obstante, algunos desafíos persisten, como por ejemplo garantizar que los lugares comunitarios tengan la logística y personal para llevar a cabo los estudios, así como obtener el consentimiento ético de los participantes, algo esencial en cualquier ensayo clínico.
💡¿Sabías qué?
En 1977, la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) emitió una guía que recomendaba excluir a mujeres en edad fértil de ensayos clínicos de medicamentos, preocupándose por posibles riesgos para embarazos. Esto creó un vacío significativo en la investigación médica sobre cómo los tratamientos afectan a las mujeres. Esta exclusión no se revirtió hasta los años 90, cuando se estableció la necesidad de incluir mujeres en los estudios financiados por el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos (NIH). La falta de representación equitativa en los ensayos clínicos ha llevado a que las mujeres tengan casi el doble de probabilidad que los hombres de experimentar efectos secundarios graves por varios medicamentos aprobados.




